lunes, 22 de enero de 2007

Me acuerdo de la primera vez que conocí a mi tío Gonzalo, el hermano de mi abuela Paca. Venían de Tarbes (Francia) a pasar una temporada en mi casa con su mujer y su nieta. Yo tendría unos nueve años y para mi era todo un acontecimiento. Era un hombre corpulento y muy alegre. De esos días sobre todo me acuerdo de dos cosas:

La primera es que nos enseñó las cicatrices que tenía de metralla en la pierna y en el pecho pues había sido herido en la guerra civil. Y la otra que fuimos a ver el Valle de los Caídos.

Su historia la fui conociendo después en las pocas veces que le ví. Hace algunos años al morir pude leer una carta en la que escribió de forma muy breve todo por lo que pasó al finalizar la guerra desde 1939 hasta 1949.

Mi abuela era la segunda de 5 hermanos vivían en Fuenlabrada, trabajaban en una panadería y se dedicaban a hacer rosquillas y a venderlas por los pueblos cercanos. Todos eran rojos, ya desde los 13 años mi tío tenía el carné de las juventudes socialistas. Cuando estalló la guerra todos los hombres se alistaron.

Mi tío Gonzalo, estuvo en el frente durante los tres años que duró la guerra y llegó a ser teniente pues por lo visto tenía buenas dotes de mando. Fue herido al final de la guerra estando en Barcelona cuando cayó Cataluña y escapó del franquismo como miles de exiliados pasando la frontera a Francia el 11 de febrero de 1939. Pasó por los Pirineos por la parte de Gerona, y tras la frontera y a pesar de las heridas le internaron en el Campo de Concentración de Argeles Sur de Mer. El contaba que dormían hacinados en la propia arena de playa rodeados de alambradas. Así fue como la República Francesa de Vichi recibió a los derrotados republicanos que escapaban del franquismo.

La gravedad de las heridas hizo que le llevaron al hospital de Perpiñán y después en un tren hospital le trasladaron a Loira. Una vez curado le llevaron de nuevo al Campo de Concentración de Argeles Sur de Mer desde donde se alistó a la 14 Compañía de Trabajadores Españoles. Estas Compañías de Trabajadores fueron la forma en la que en condiciones inhumanas los prisioneros españoles de los distintos campos de concentración en Francia hicieron los trabajos más duros para levantar la defensa contra la entrada de los alemanes.

En concreto a mi tío lo llevaron a primero a Utelle, a los Alpes Maritimes a trabajar haciendo trincheras y antitanques. De allí fueron trasladados a Le Cateau, más cerca de Bélgica donde hicieron antitanques desde la línea Maginot hasta Dunkerke. Cuando los alemanes empezaron a invadir Bélgica y Francia en 1940 huye a Issoire, hasta llegar a Perpiñán y desde allí le vuelven a internar en el Campo de Argeles sur de Mer.

Se vuelve a inscribir en la Compañía de Trabajadores y esta vez los llevan a Elne. Finalmente los alemanes les capturan y les llevan a hacer trabajos forzados pasando por dos campos de concentración. En el de Saint Malo y antes de que se los llevaran a las pequeñas Islas Anglo Normandes donde sabía que posiblemente moriría, decide escapar con otro español y con miles de dificultades logró llegar hasta la ciudad de Orleáns. Esto fue ya en el 1942 allí puedo encontrar trabajo de agricultor y talando árboles hasta 1944.

Tenía contacto con la Resistencia ,los alemanes un día detuvieron a todos los que vivían en la pensión donde el dormía. La GESTAPO les torturó y unos días después los pusieron frente a una pared, él pensaba que ya los iban a matar pero para su sorpresa le dejaron escapar. Al resto se los llevaron a un campo de concentración a Alemania y ya no volvieron.

Con grandes dificultades pudo ir tirando y trabajar de guardés en una finca, de agricultor, en serrerías… hasta que mi tía Manola (su mujer) y su hija a la que todavía no conocía, pudieron pasar la frontera ya en el año 1949 y juntarse con él.

El no podía regresar a España, y se quedaron viviendo en Francia como refugiados políticos. Mi tía aprendió el francés pero mi tío nunca lo habló bien. La Primera vez que volvió a España fue en el 1978 justo el día que se votó la Constitución, no quería volver antes aún por miedo. Y la segunda es con la que empecé el relato. La vida que llevó durante esos años fue bien dura pero él era fuerte y nunca traicionó ni a su ideal socialista a ni a su campechano sentido del humor.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Carmen,

Es muy fuerte la historia del exilio de tu tío Gonzalo, parece mentira que después de todo lo que había pasado fuera un hombre alegre, la verdad es que hay gente maravillosa.

Es cierto que en Francia trataron bastante mal a los españoles refugiados, mi abuelo estuvo también en un campo de concentración allí y también contaba lo de que dormían en la arena, no sé cual era, pero me gusta pensar que quizá fuese el mismo, porque él también cruzó la frontera por el pirineo catalán, quien sabe, a lo mejor tu tío Gonzalo y mi abuelo compartieron una manta y una escudilla en el duro exilio hace casi 70 años.

valentin dijo...

La verdad es que sorprende la coincidencia de vuestras historias familiares. El hecho de que ambas tengan como punto de anclaje los campos de concentración del sur de francia, icono del exilio popular expañol, les da un valor de hiperrealidad que refuerza esa sensación de "acontecimiento". En este relato la memoria colectiva y la personal se anudan sobre las arenas de argeles sur mer.

Me llama la atención varias cosas el la historia de carmen (iba a escribir "la historia del abuelo de carmen", pero me he corregido)

Primero la escena del fusilamiento que no se lleva a cabo y en la que él resulta finalmente liberado sin que se sepa porqué: ¿es un olvido de la memoria de carmen, de la de su tio, una forma de ahorrar horror a su sobrina nieta o a a familia? Tengo la sensación de que hay algo censurado en esa escena, que es la escena mas confusa de todo el relato. También me llama poderosamente la atención la vida en la francia ocupada; casi como la de un inmigrante ilegal entre los trabajos forzados, la clandestinidad, huida de campos de concentración, trabajos penosos, detenciones y probablemente militancia

Segundo: el caracter internacional de las formas de tortura; creo que alguien ha comentado ya lo de los fusilamientos ficticios como forma de tortura en este blog.

Tercero: la paradoja, rayana en el surrealismo, de la visita al Valle de los Caídos (¿a la tumba de Franco? ¿supone eso de alguna manera el fin del miedo?)en su segundo viaje a españa desde el exilio

Cuarto: la memoria de Carmen se apoya en un documento escrito, y no tanto (o no solo) en una memoria familiar oral. Así lo que la historia gana en detalles (fechas, lugares...) parece perderlo en simbolismo. Este simbolismo, sin embargo, aparece en el inicio y el final del relato (¿me confundo si pienso que son las partes más "personales"?) con las imagenes de las cicatrices, la visita familiar al valle de los caidos - son las hellas de la guerra que Carmen experimenta sensorialmente - Pero también con la decripción de un caracter: jovial, coherente con sus ideas, testarudo.. y a la vez atemorizado

(¿qué puede significar en todo esto el que se negara a aprender bien el francés? ¿pura cabezoneria? ¿odio al gabacho colaboracionista? ¿o quizás que nunca quiso abandonar del todo el país que había perdido?)

da que pensar...

cax dijo...

Ésa parte de la guerra, o mejor dicho, de la posguerra que muchas familias españolas sufrieron, ha sido muy lévemente tratada por la memoria histórica.

Se conocen anécdotas, historias aquí y allí, la guerra mundial que vivieron los que se fueron a Francia. La persecución militar a la que fueron sometidos los barcos que llevaban exiliados a México y otros países de latinoamérica, etc.

Pero ¿qué pasó con esa gente en realidad?. ¿Siguieron manteniendo una identidad de grupo?. ¿Se dispersaron?. ¿Continuaron luchando contra el fascismo desde otras trincheras?. ¿Que pasó con esa gente?. Muchos se pasaron a la resistencia francesa y participaron en la toma de París. Pero ahí se para la memoria.

Y en latinoamérica ¿que pasó en latinoamérica con el exilio español de aquellos años?.

Esa es otra memoria histórica pocas veces contada, la del exilio, que fue durísimo en la mayoría casos como en el que nos cuenta Cármen en su excelente relato.

Y, en todo caso, el bando de los perdedores padeció un exilio interior (psicológico) y supongo que dejaron de ser "españoles", para convertirse en apátridas, independiéntemente de que se marcharan o no del país. 40 años de estigmatización del enemigo, supongo que favorecieron ese exilio interior.

Gracias Cármen.

Arbillas dijo...

Buenas tardes:

Yo me enteré de que mi abuela paterna tenia un hermano, el día que pudo volver a España.

Nunca olvidaré las lagrimas de mi abuela al abrazar a un hermano al que pensaba que no volveria a ver en su vida.

Él sigue en Francia, pero ya sabe que es libre para poder venir.

Micaela dijo...

Desconozco las razones por las que has dejado de publicar. Estas cosas siempre son muy interesantes.
Esta es mi opinión un afectuoso saludo desde villablino